Luego de trabajar como empleada doméstica toda su vida, Justina (60) hereda de su antigua empleadora una enorme mansión en medio de las pampas argentinas. La única condición es que jamás la venda.
Mientras la casa se derrumba y los animales del campo se venden, Alexia, su hija, se prepara para volver a la ciudad. Justina, por ahora, planea quedarse en el castillo, aferrada a su legado.